Hemos tratado de devolver a las
cartas del Tarot algo de su original sencillez y accesibilidad, volviendo a
dibujar la baraja según las imagenes de los dioses griegos tan queridos por los
artistas y escritores del Renacimiento, y que forman el puntal cultural de la
vida de Occidente. Los dioses griegos no son propiedad exclusiva de ninguna
escuela esotérica particular, de ninguna doctrina religiosa, de ningún camino
espiritual. Son amorales, aunque contienen verdades morales profundas, e
impregnan nuestros modernos símbolos religiosos judeo-cristianos, así como el
arte y la literatura de toda la cultura occidental ; y siguen siendo las
imagenes mas importantes y concretas que sirven para describir las obras
polifaceticas y multicolores del alma humana. Son símbolos de la
naturaleza tal y como es, con su
profunda ambivalencia de cuerpo y espíritu, y sus tendencias, recíprocamente
contradictorias, hacia la autorización y hacia la inconsciencia. Nuestro entendimiento de nuestra propia ambivalencia solo recientemente ha
empezado a despertar para su antiguo objetivo, gracias a la moderna psicología
de lo profundo, que inevitablemente ha
tenido que volver al origen – los dioses paganos- para comprender el comportamiento humano. Así
que, tanto en el texto como en las por cartas, nos hemos adherido a los
significados tradicionales de las cartas, resucitando al mismo tiempo los
viejos dioses que durante siglos habían sido ocultados por adornos.
El
nacimiento, por ejemplo, es una experiencia arquetipica. Esto obviamente es cierto en un nivel concreto
« todos en algún momento hemos
nacido». Pero es también una
experiencia psicológica de una clase arquetipica, ya que cada vez que empezamos
algo nuevo o entramos en una nueva fase de nuestra vida, se produce una especie
de nacimiento. Y el nacimiento implica
también otros estados subjetivos, porque haber nacido significa haber dejado
las aguas confortables y tranquilas del vientre materno, tanto en un nivel
físico como en un nivel psicológico. La
muerte es también una experiencia arquetipica : todos vamos a morir algún
día. Pero la muerte es también
psicológica, puesto que la vida cambia y nosotros mismos cambiamos, y cada vez
que se produce un final de algún tipo, una separación o el fin de una fase de
nuestra vida, hay una. El nacimiento, por ejemplo, es una experiencia
arquetipica. Esto obviamente es cierto
en un nivel especie de muerte. La
pubertad, cuando el niño o la niña se transforma en hombre o mujer, es otro
arquetipo. Todos pasamos por las
profundas etapas físicas y emocionales de la pubertad aproximadamente entre los
dose y los quince anos. Pero podemos
también pasar por ello muchas veces a lo largo de la vida, en un nivel interior
y subjetivo, cada vez que pasamos de un modo de ver las cosas fundamentalmente
infantil e ingenuo a una comprension plena de la vida que penetra y profundiza
en ella. Por este motivo, un mito como
el de la joven Persefone arrebatada a su madre por el dios subterráneo Hades es
a la vez una imagen del proceso de la pubertad con su aterradora separación del
confortable mundo familiar y la irrupción de la vida desconocida, y una imagen
de una experiencia psicológica que puede ocurrir cada vez que nos aferramos a
unas formas de ver la vida ingenua y virginales y nos vemos forzados por la
experiencia a descubrir profundidades desconocidas en la vida y en nosotros
mismos.
Vemos,
pues,que hay dos caminos para acercarse a las cartas del Tarot. Podemos coger el camino histórico, que es
fundamentalmente practico, y podemos coger el camino psicológico, que es
fundamentalmente arquetipico. Con el
primero podemos explicar o podemos intentar explicar los orígenes y las intenciones iniciales de
las cartas. Pero el segundo descubre la
fuente de su fascinacion eterna, a pesar de que ahora estamos mas preparados
científicamente y sabemos mas. En el
mundo imaginario del alma, las experiencias no están relacionadas con la
causalidad, sino con el significado. En
nosotros funcionan tendencias distintas a las tendencias concretas, y, a menos
que entendamos algo del alma, las extrañas coincidencias de las cartas del
Tarot pueden parecer espantosas o molestas. Las relaciones entre los acontecimientos externos de la vida y las
imagenes de las cartas del Tarot no se producen porque las cartas sean « mágicas », sino porque hay un significado en común. Eso es lo que entendemos por nacimiento,
muerte y pubertad, que son experiencias internas tanto como externas. Encontramos estas experiencias una y otra
vez en diferentes niveles y en distintos
momentos de la vida, y así habrá una carta del Tarot que describirá cada una de
ellas, y que de algún modo aparecerá, misteriosamente, sin « causa »
aparente, cuando nos echen las cartas en un momento en que estemos
experimentando interiormente dicho
acontecimiento arquetipico. Así pues, el
modo en que el Tarot «trabaja » en un sentido predictivo es como una
especie de espejo del alma. La
naturaleza arquetipica de las imagenes toca en secreto los acordes
inconscientes del que lee la carta, y
refleja el conocimiento o discernimiento, desconocido hasta entonces, en relación
con la situacion del cliente – y así revelan claramente cosas que quizá no
podrían ser descubiertas de un modo racional.
Por eso los poderes « clarividentes » y «
psiquicos » no son un requisito previo para un lector sensible, sino mas
bien un acontecimiento de las tendencias o corrientes que actúan en la vida y
que las imagenes de las cartas reflejan.